Ángeles Mendoza Herrera aborda esta semana a Strangers than Paradise, película de 1983 del director norteamericano Jim Jarmusch y que ha sido traducido al mercado hispanohablante como Extraños en el paraíso. Una road movie altamente simbólica que nos acerca al interior de tres jóvenes con sus problemas y sus descubrimientos.
Escribe: Ángeles Mendoza Herrera
Antes que todo aclaro: no es una película apta para un estado de ansiedad o de poca concentración porque la película tiene un ritmo lento en toda su duración. Lo digo sin juzgar ni expresar que eso no me agrada, no es un defecto sino más bien su esencia y hay que estar predispuestos a disfrutarla así.
¿Quiénes son los extraños y que es lo que los hace serlo? Tenemos a los tres principales personajes de la película:
Willie, de origen húngaro, hace diez años que vive en Estados Unidos, precisamente en Nueva York. Reniega de su origen y por eso se hace llamar Willie cuando su verdadero nombre es Bela y, en esto de despreciar su origen, aparece Eva, su prima, que viene desde Budapest. Ella pasará unos días en la casa de Willie y luego se irá a Cleveland para encontrarse con su madre.
Ambos, pero mucho más Willie busca(n) pertenecer a la sociedad norteamericana, a sus costumbres y gustos: la comida rápida y la tv, entre otras.
Eddie es un amigo de Willie. Estadounidense. Amigo más bien en el silencio y en las apuestas, no hablan mucho entre ellos y son bastante herméticos entre sí.
No son ajenos a lo que viven, de ahí no viene esa extrañeza, lo que viven nos puede parecer intrascendente pero detrás de eso encontramos una especie de manifiesto de una juventud que experimenta un eterno hastió. Que vaya donde vaya no encontrara sentirse cómoda del todo.
Esa misma juventud es una juventud sin objetivos también –y acá también repito sin ánimos de enjuiciar ese hecho- que los hace permanecer en el mismo lugar, aunque recorran rutas interminables.
Extraños también se sienten entre ellos, donde resulta que en realidad no se conocían a pesar de hacer cosas juntos. Por esa misma razón, ese desconocimiento genera que por una confusión, cada uno termine yendo en direcciones distintas, desencontrándose.
Después de todo, la juventud también es sentir abulia. Aunque muchos digan y sostengan lo contrario, de que la juventud es diversión constante.
La música que suena durante la película es generalmente ambiental, pero el tema que se sale de esto es “I Put a SpellonYou” de Screamin´ Jay Hawkins, escrita por él y lanzada en 1956. Un tema versionado y robado infinitas veces. Este tema acompaña siempre a Eva solamente, quien lo hace sonar en un aparato portátil y describe a Screamin como su músico favorito y como “un salvaje”. El tema es una especie de blues deformado en canto vudú. Recomiendo personalmente ver el video original del tema donde el salvaje Screamin muestra dotes de teatralidad que acompañan al tema de la mejor manera.
Un dato más: el film esta realizado íntegramente en blanco y negro, acompañando de manera acertada su contenido.