Publicada en 1998, “Vivir Afuera” sea quizá una de las novelas que mejor representa la resaca de la década menemista. Con desenfado y libertad, el autor se mete con todo y nos deja una novela que define una época.

 

Escribe: Sofía Bracamonte

1282428002_850215_0000000000_sumario_normalTodo lo que hizo Rodolfo Fogwill en su vida fue inclasificable y para empujar burlonamente toda clases de límites, ni siquiera deteniéndose en lo que indicaba el manual del transgresor. Cualquier clase de análisis o intento de condensar sus intenciones se quedará corto y sería apabullado por el recuerdo de su agudeza y esa forma de estar tres pasos delante de cualquier esquema.

Una vez aclarado esto, huelga decir que “Vivir afuera” no es una novela común y corriente, no mantiene ninguna estructura “clásica” y se caracteriza por su multiplicidad de voces y lenguajes, haciendo un trabajo casi de mosaiquismo que se termina de construir en la mente del lector. Seguimos un par de horas en la vida de Mariana, Saúl, Gil Wolff, la Susi y Pichi. Todos ellos son personajes que están “afuera”: fuera de la ciudad, de la ley, de las obligaciones cotidianas, de los cánones, de cualquier “normalidad”. Éste es el hilo conductor entre ellos, y todos, salvo la Susi por momentos, quieren seguir así y no tienen ni asomo ni interés en pertenecer. El “margen” se ve desde el margen mismo, y no relacionado con un status quo al cual no se acomodan. La estructura surge del azar de los encuentros de la noche porteña y del conurbano, y se va desdoblando gradualmente, a medida que los destinos erráticos se cruzan.

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El tratamiento del lenguaje, y la idiosincrasia privada y marginal de los personajes es exquisito. Pero más allá de ello, Fogwill se interesa contagiosamente por el funcionamiento del mundo que está tratando de describir: los aviones, los formularios, la burocracia, los autos. Los temas se van sucediendo casi de costado: los sueños, la percepción confusa del tiempo, el tráfico de armas, las cosechas de marihuana, la prostitución de lujo, el antisemitismo, la paranoia y los negociados y engaños de la religión, con una lucidez implacable nos quita de cualquier velo de certeza o de sacralidad.

En cierta medida, “Vivir afuera” es una continuación voluntaria de “Los pichiciegos”, ambas novelas gravitan sobre la guerra, lo político, el arte y el comercio encarnados en la voz del “Pichi” el sobreviviente a Malvinas devenido en hampón de villa. Esta obra es un imprescindible para entender los turbulentos noventas, sin tener un tono de denuncia o demagogia, dice más de lo que aparentemente está dicho. Cuando tuve el libro en mis manos, pensé que sería la historia de los exiliados de los noventa, desterrados en Europa para buscarse la vida; una vez más Fogwill desafía lo fácil y demuestra que se puede estar afuera, adentro.