Pablo González es su nombre y cada vez lo vas a escuchar nombrar más. El pibe detrás del bombo y los platillos de una batería se ha erigido a fuerza de sacrificio y entrega en uno de los referentes nacionales del instrumento, admirado por todos y solicitado por los mejores. Si no conocías a este riojano, perdé cuidado, ya lo vas a conocer.

Cuando revista RANDOM publicaba su primer número, hace casi 10 años, entre sus páginas se leía una entrevista a un baterista riojano de 18 años que se descubría como revelación y prometía futuro de crack. Se movía y hablaba con timidez y aunque era jovencísimo en ese lejano 2006, ya hacía mucho ruido –literalmente- ahí por donde pasaba.
Pablo González se inició en la percusión de la mano del bombo legüero de su padre, el “tumi” González, un conocido folclorista riojano. Desde allí pegaría un salto natural hacia a la batería aprendiendo del mejor profesor local, Duilio Maldonado; pero cuando lo agotó –Si, en cierto momento, Duilio tuvo que reconocer que no podía enseñarle más-, se fue a Mendoza a buscar la sabiduría del mejor batero de Argentina: el gran Gustavo Meli. Cuando terminó el secundario se traslado a Córdoba y allí comenzó un estudio metódico y disciplinado como si se tratase de un arte del budismo zen: decidió encarar la Tecnicatura en batería del conservatorio Collegium de Córdoba.

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Atrás habían quedaban las banditas de garaje de la infancia, o su experiencia riojana al lado de proyectos como La Trouppe o Éxodo 3:14, el mítico colectivo de jazz que era lo mejor del ambiente en su provincia. Por esos días una realidad brillante como un sol le iluminaba por delante y solo quedaba saber si la luz no la iba a enceguecer.
Pues bien, pasaron los años y pasó también mucha agua sobre muchos puentes en la vida de Pablo. Ese pasado de promesas hoy lo encuentra consagrado, concentrado en una carrera en la que parece no tener techo. En Córdoba fue famoso y se tocó todo lo que había que tocar en los circuitos Jazz, Rock, Blues y Metal de La Docta: Integró el Gabriela Beltramino Jazz Sextet y la banda de Gabriel Juncos con saber más latino, antes de terminar en el “power trío” Sur Oculto donde dejaba la batería gastada con sus solos.
De la mano de su talento, las oportunidades le fueron llegando como en escalera: un paso lleva al otro. De uno de los videos que Sur Oculto subió a Youtube fue que le llegó la convocatoria que Francisco Fattoruso –hijo del legendario Hugo- le hizo para que sea el batero de su nuevo proyecto rioplatense cuando decidió regresar a Uruguay. En los siguientes meses se vio viajando constantemente entre Córdoba y Buenos Aires para acaparar todo lo que podo. Y lo que pudo resultó mucho porque de la mano de Fattoruso conoció a monstruos del sonido como Machi y Juan Pablo Rufino, Matías Méndez, Javier Lozano y uno de sus ídolos personales: el bajista Guillermo Vadalá.

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Pero si al prontuario de giras colaboraciones gigantescas le faltar engrosarse más, el final de 2012 le dejó una sorpresa mayor, porque a cierta banda le falló el baterista a último momento y un amigo en común –Si, Fattoruso, quien si no- recomendó inmediatamente a Pablo. La banda en cuestión: Illya Kuryaki and the Valderramas, y el momento: la gira de regreso de la banda funk por Latinoamérica. ¡Si hasta se dio el lujo de tocar frente al rugido popular del Luna Park! en el marco de la presentación oficial del primer CD y DVD en vivo de IKV. Como fue de acertada su presencia y apreciado su talento que permaneció en la banda todo el 2013 y el 2014 y este año levanta una polvareda de posibilidades en el horizonte. Por cierto que si buscaba ser el mejor batero de Argentina, el camino no está errado.

– ¿Cómo calificarías tu presente musical en cuanto a logros obtenidos?

Estoy viviendo una etapa hermosa. Creo que estoy pasando un momento en mi vida que siempre soñé…hay que seguir trabajando y dando lo máximo para que no se detenga!
Musicalmente estoy cumpliendo uno de mis sueños más grandes y agradezco a la vida por estas oportunidades.
– ¿Cómo es tocar con Illya Kuryaki and the Valderramas?
¡Es increíble! IKV es una banda que siempre me gustó muchísimo… imagínate lo que significa estar tocando ahí. Hay un equipo de trabajo tremendo, de grandes personas. La banda tiene unos músicos bestiales. Matías Rada (el hijo del negro RADA) en guitarras, Rafa Arcaute en teclados y co-productor musical, Mariano Domínguez en bajo, Carlos Salas en Percusión. Es todo una locura.

– ¿Como llegaste a IKV?

Estoy tocando con Francisco Fattoruso, bajista legendario Uruguayo…el formaba parte de IKV antes de que se separen, hicieron el contacto por ese lado…creo que vieron unos vídeos, después me mandaron un mail y me probaron en la sala de Emmanuel, ¡salió todo bien!
– ¿Que implica a nivel madures musical tocar con estos monstruos del Rock nacional?
Este momento que estoy pasando implica mucha responsabilidad, hay que mantener la energía todo el tiempo y tratar de ser lo más profesional posible…tratar de disfrutar y dar todo en los escenarios

– ¿Cómo fue la experiencia de tocar en el Luna Park?

¡Una locura! no recuerdo tocar ante tanta gente en toda mi carrera…fue un momento muy importante para la banda, la pasamos muy bien y disfrutamos muchísimo cada momento del show. Era impactante todo lo que estaba pasando esa noche.

– ¿Estás radicado en Buenos Aires? Como es tu situación a nivel vida personal…

Si, estoy instalado en Buenos Aires definitivamente, creo que el 2015 me encuentra viviendo en estos lados. ¡Es un cambio rotundo pero estoy feliz!

– ¿Cuales son tus proyecciones musicales?

Por ahora disfrutar del momento que estoy pasando, seguir trabajando con IKV con toda la fuerza. Voy a seguir estudiando música para poder entenderla cada vez mas.

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CANAL DE YOUTUBE DE PABLO GONZALEZ

Pablo González en acción: