Google creó un imperio midiendo todo. Clics, GPS, coordenadas, visitas, tráfico. Ahora, la compañía utiliza todo ese poder de data para construir en el mundo real. Google está construyendo una ciudad.
Funcionarios de la ciudad de Toronto, capital de Canadá, anunciaron hace poco que Sidewalk Labs, una de las tantas empresas subsidiarias de la colosal Alphabet, que también aloja a Google, piloteará un proyecto de desarrollo inmobiliario de 5 hectáreas de la costanera de la ciudad. Hoy en día esa zona es el tipo viejo distrito industrial lleno de fábricas abandonadas y playas de estacionamiento pero pronto pasará a ser una comunidad tecnificada bajo el nombre de Quayside.
Sidewalk Labs ya invirtió $50 millones de dólares en el desarrollo y Google moverá su cuartel general de Toronto a este nuevo barrio. Una vez que la empresa haya probado el concepto, planea expandir el desarrollo al total de las 324 hectáreas de la costanera.
Este barrio va a ser completamente googlificado cuyos constructores prometen instalar todo tipo de sensores que transmitan un constante tráfico de información sobre tráfico, niveles de ruido, calidad del aire, gasto de energía, patrones de viaje, y porcentaje de desechos. Las cámaras ayudarán a cuantificar lo intangible: ¿usan los residentes la clínica instantánea cuando llega la estación de gripe? ¿Es tal o cual esquina el lugar indicado para una verdulería? ¿Los clientes de los shoppings son locales o vienen de afuera?
Alphabet se une a la larga tradición de ciudades planificadas a medida, lugares construidos de la nada con grandes goles sociales en mente. Históricamente estos experimentos no han funcionado: la Comunidad Planificada del Mañana de Walt Disney murió con su creador, transformada en un parque (Epcot) de diversiones. Songdo en Corea del Sur no estará lista hasta 2020 pero ya se quedó corta en sus metas de residenciales y de negocios y Brasilia, la monumental creación de un solo hombre, Oscar Niemeyer, fue alabada por su belleza y escala pero a pesar de sus habitantes, nunca logró funcionar como un lugar. Fracasaron posiblemente porque les falta algo que las hace sentir humanas.
NO SOLO GOOGLE
Quayside será un proyecto más de una retahíla sin fin de nuevos campus creados por todo el mundo, en especial en Norteamérica y China, para dar alojamiento laboral adaptado específicamente a las necesidades de las grandes empresas tecnológicas.
En las últimas dos décadas, compañías como Amazon, Google o Tencent han alcanzado una escala de decenas de miles de empleados en su sedes centrales. Muchos de ellos con salarios holgadamente superiores a la media de la ciudad donde residen. Esto crea un flujo de ingresos extraordinario hacia las arcas de los ayuntamientos como Shanghái, Seattle o los diferentes municipios al sur de la bahía de San Francisco.
Así pues, estas empresas suelen encontrarse con una buena predisposición por parte de los consejos municipales cuando deciden que sus actuales oficinas o grupo de ellas se quedan pequeñas o quieren reorganizar su ingente cantidad de personal.
El caso más reciente es el de Apple, que cerró un acuerdo con la ciudad de Palo Alto para poder comprar unos terrenos donde construir el nuevo Apple Park. Está siendo inaugurado de forma paulatina durante estos meses y será el lugar de trabajo de más de 12.000 empleados.
Con un coste de construcción estimado en unos 5.000 millones de dólares, el Apple Park tiene una de las instalaciones más grandes de placas solares en zona edificada con 17 megavatios instalados y, “eventualmente”, toda su electricidad provendrá de fuentes renovables.
Amazon también invertirá 5.000 millones de dólares en establecer las nuevas oficinas en las que piensa crear 50.000 empleos de administración, ejecutiva y dirección. Más decenas de miles de contratos de construcción que tendrán lugar durante la edificación. La compañía ha abierto un “concurso” entre las grandes urbes de Estados Unidos y Canadá, y ya ha recibido docenas de propuestas y declaraciones públicas de poderosos alcaldes como Bill De Blasio en Nueva York.
Por ejemplo, Calgary (la mayor ciudad de la provincia canadiense de Alberta) dice que “lucharían contra un oso”, Nueva York iluminó sus rascacielos con el naranja corporativo de la compañía. La realidad es más simple: Amazon creará su nuevo campus en la ciudad que mayores ventajas fiscales le ofrezca. Si construir la nueva sede supone un desembolso de 5.000 millones de dólares y obtiene otros 5.000 millones en deducciones, habrá conseguido que su nueva sede le salga gratis.