Leonardo Agüero es uno de los artesanos destacados de La Rioja, como él son pocos los que saben trabajar el cuero y crear artículos exquisitos de la más alta pericia. Un maestro de la talabartería.
Profesión noble si las hay, el labor del talabartero remite a una disciplina tan argentina como el asado y el mato porque, claro, de los mismos vacunos que van a parar al asador sale el cuero, materia prima de estos magníficos trabajos que realiza Leonardo Agüero, quien es capaz de realizar aperos completos, calzadas, riendas, estribos, coronas, aprieta pellones, cinchas, fustas, chicotes y todo para el hombre de campo en cuero de vaca, chivo y cabra.
Talabartero desde la niñez, cuando a los 11 año su padre le preguntó (aunque más que pregunta fue mandato) si iba a trabajar de algo. Fue así que abandonó su Anjullón natal, en el interior de La Rioja, para quedar bajo la tutela de un maestro cordobés, quien ya le estaba enseñando a su cuñado. Desde entonces sus manos han producido algunas de las más hermosas artesanías en este material.
¿Cómo fueron sus primeras experiencias en esta disciplina?
El primer año fue durísimo, éramos de un pueblo, de Anjullón, y llegar a una ciudad como Villa María nos costó. Pero yo siempre trate de aprender porque me di cuenta que era un trabajo que me gustaba, teníamos un patrón, Don Augusto, una persona que nos daba muy buenos consejos y a medida que pasaban los años nos daba consejos cada vez más valiosos, que uno tiene que aprender. Siempre nos decía que algún día íbamos a tener lo nuestro e íbamos a saber valorizar lo que es el trabajo. Al pasar los años uno se fue profesionalizando y lamentablemente la talabartería de Don Augusto se fundió, entonces algunos nos volvimos al pago y de la nada inicié este emprendimiento familiar. Siempre hay que persistir en lo que uno quiere hacer, esto era un sueño para mí.
Lo querías hacer sí o sí…
Siempre estuvo la idea, pero nos costó muchos años porque no había dinero para empezar.
¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con el cuero?
Soy apasionado de los caballos, así que estoy de lleno con el trabajo para caballos, me fascina y siempre me gusto, lo siento como un hobbie para mí, hay que trabajar en esta vida, hay que laburar.
¿Te das permiso para ser creativo o buscas funcionalidad?
Tenés que tener un toque artístico, tenes que tener imaginación para crear y que a la gente le guste el trabajo que hacés; siempre innovamos en algunas cosas, un poco aquí o un poco allá.
¿Porque piensa que es importante el trabajo del artesano frente al del industrial?
Porque el trabajo manual que hacemos nosotros no es el mismo que el industrial, le ponemos mucha pasión.
¿Trabajas con tu familia?
Sí, trabajo con mis tres hijos y mi señora, se están formando, trato de darles lo mejor y que
aprendan; yo no pude estudiar pero tengo esto que me dio Dios: las manos y el poder trabajar.
¿Cuál es el artículo que más disfrutas haciendo?
Por ahí me puedo imaginar cómo queda un apero, hacer una apero para un caballo es lo que más disfruto, me encanta. Mis hijos participan en las ideas así que lo armamos entre todos, uno de los chicos trabaja en estampas y cincelados. Nos costó al principio, era muy complicado, pero gracias a Dios lo logramos. El hijo de mi patrón fue el que nos ayudó para empezar con el emprendimiento. Hace 37 años que estoy con este rubro, hicimos muchas cosas bien pero siempre con mucha voluntad.