Bruno Arias pasó por el Randomizador y nos dejó un retazo de su música y una charla muy interesante sobre su trayectoria y la relación que mantiene con La Rioja.
Cuando Bruno Arias abandonó Jujuy buscando su suerte, lo hizo porque quería conocer lo que había tras la frontera de su hogar, porque quería hacer como lo músicos que venían de afuera y llenaban teatros en su tierra natal. Lo hizo y 15 años después el artista oriundo del pueblito de El Carmen, ha sido considerado uno de los cinco mejores artistas del folclore argentino en la última década.
El joven que alguna vez encaró lo desconocido con la adrenalina de un niño que hamaca, es hoy el dueño de una poesía profunda y comprometida que no le esquiva ni a la polémica ni a la crítica si eso es el precio a pagar por ser honesto con su arte.
Bruno es también conocido por su compromiso con las luchas sociales como el reclamo de los pueblos originarios o las injusticias económicas de la gente de a pie, aunque el mismo ha declarado que no se siente abanderado de nada, simplemente alguien que pone su música al servicio de la gente, para dar a conocer esas cosas que le parecen que están mal.
-
¿Cómo fueron tus comienzos en la música?
Comenzó de changuito, escuchando música en El Carmen, un pueblo a 20 kilómetros de San Salvador de Jujuy. A los siete años mi papa ya me llevaba a lo que son los festivales, me envolvía en un poncho y me quedaba escuchando a los artistas hasta las dos, tres de la mañana.
-
¿Tu pueblo era un pueblo de músicos?
En mi pueblo se escuchaba mucha cumbia, pero al mismo tiempo es el pueblo de Jorge Cafrune. Cuando estaba en 5to año, todos mis compañeros se habían conseguido una guitarra; no había computadora, ni Playstation, ni celulares. En mi pueblo había una competencia para ver quien sabía hacer más acordes o tocar mejor. Yo obtuve mi primera guitarra de un vecino que me la regaló.
Ahí empezó mi historia musical, aprendiendo de los bohemios, de la noche; hasta que tomé conciencia de que quería viajar, conocer la música de otros lugares y a otros artistas.
-
¿Y cómo fue ese cambio? ¿Por qué decidiste que lo mejor era irse?
En Jujuy tocaba en varios grupos, bastante conocidos. Pero sentí que se había agotado ese circuito de tocar todos los fines de semana en bares y peñas. Era desgastante y empecé a sentirme estancado. Por ahí venían artistas de afuera y llenaban teatros, que es lo que yo quería hacer y me di cuenta que para lograrlo tenía que irme.
La primera parada fue Tucumán, un cambio fuerte por el hecho de abandonar mi provincia: ahí nace “Tristecito”, que es un bailecito de mi primer disco, “Changuito Volador”. Después me fui a vivir un año a La Plata y después pase un tiempo entre La Plata, Tucumán y Buenos Aires hasta que me quedé en la Capital Federal.
-
¿Por qué le pusiste al disco Changuito Volador?
Es por una canción que se llama “Hamacando Recuerdos” de un compositor jujeño nuevo que se llama Pachi Alderete. En esa canción habla de unos changuitos (niños) voladores que usan las hamacas de una plaza para hacer piruetas y cosas que ningún otro puede hacer, solo ellos. Para mí eso fue comparable a mi vida en Buenos Aires: esa adrenalina de sentir el viento en la cara en una hamaca fue como ir a un lugar nuevo para traer bajo el brazo a mi pueblo, mi tierra, música nueva.
-
¿Cuál te parece a vos que tiene que ser el rol de un cantautor o un trovador moderno?
Un músico tiene que ser verdadero, tiene que decir lo que siente y no tener miedo. La música tiene muchos caminos por los cuales transitar; yo elijo tratar de que cada vivencia que tengo, cada cosa que veo, hacerla música. No estar fuera de lo que pasa políticamente en nuestro país. El artista tiene que estar con la gente porque vivimos de la gente, viajamos y estamos en contacto con las realidades de los diferentes lugares que recorremos.
Ojo, yo valoro mucho al artista que solo le da alegría a la gente. Yo no pretendo decir qué es lo que los músicos tienen que hacer, porque alguien que entretiene y hace que la gente se vaya feliz a la casa es muy importante, pero por supuesto que el artista que dice algo que le parece injusto y ayuda a abrir la cabeza a la gente, o darnos cuenta de lo que pasa, yo le doy un valor agregado.
-
Realizaste muchas colaboraciones con riojanos, incluso un disco completo con La Bruja Salguero…
Mi acercamiento a la música de La Rioja empezó con los grupos vocales como Rioja Trío, el Pica Juárez, Natalia Barrionuevo, Emiliano Zerbini, y ellos cantaban canciones de los músicos de otras generaciones como Pancho Cabral o Ramón Navarro. De a poco fui conociendo las otras figuras, las canciones y las tradiciones de La Rioja, como la Chaya. Yo venía para aprender e hice muchos amigos acá, como Ramiro González o La Bruja. Uno va encontrando cosas, vivencias, otros ritmos: ayer nomás veíamos como los chicos Oyola (los descendientes del poeta y chayero José Oyola) como rasgueaban las chayas de José Oyola. Hay una información sobre La Rioja que se fue dando.
-
¿Qué es lo que más te gusta de esta provincia?
Que hay una generación nueva de músicos y compositores que es muy interesante y con la que estoy compartiendo mucho como Ramiro González, con quien tengo una canción que no sacamos aún, o Flor Castro que me invitó a participar de su disco.
También las fiestas de acá, me encanta las chayadas donde miles y miles se divierten tirando harina y agua. Me encantaría poder participar más en esta fiesta, estar en los festivales de acá y seguir sumando a mi repertorio ritmos riojanos. Este 2019 me gustaría venir más seguido y componer cosas con artistas de acá, eso es algo pendiente: componer algo con Pancho Cabral, con el Pica.