Entrevistar a Aldana Cuello es lo más parecido a pasar corriente eléctrica por un pedazo de madera. Los temas de conversación se ramifican y amplían como fractales, pero dirigidos, en última instancia, a un lugar concreto. Desde la importancia de la historia de la filosofía hasta una manera de abordar la obra que no esquiva los actos morales del autor, hay un concepto que ella se encarga de posicionar como capital: la parresía, término griego con el que Michel Foucault adjetivó a los pensadores que se sacrifican o enfrentan persecución por algo tan simple e importante como expresarse libremente.
Licenciada en filosofía por la Universidad de Tucumán, Aldana confiesa haberse apasionado por esta disciplina cuando a los 16 años leyó “La metafísica de las costumbres”, de Immanuel Kant, un hecho que todavía le saca una sonrisa: “era un poco complejo para los 16 años”, recuerda. Su tesis de grado sobre Foucault ya deja entrever a una persona inquietada por las relaciones de poder y las posibilidades transformadoras que el conocimiento puede y debe ejercer sobre los sujetos. Para ella la filosofía está aquí no para romper el óxido de las tuercas del pensamiento, sino para romper la maquina entera y armarla de nuevo.
Desde hace seis años, cuando regresó a La Rioja, se dedica a enseñar lo que aprendió y ama de la filosofía, y a transmitir esos valores en los que cree, así como su mirada particular y sincera, algo que para ella es un deber inseparable del ejercicio de filosofar. Como docente, Aldana es además coordinadora de las Olimpíadas de Filosofía de la UNESCO y fue ella quien preparó a Lautaro Ferreyra, el joven estudiante de secundario que ganó las olimpiadas nacionales y competirá próximamente en Europa. Por otro lado, Aldana dicta seminarios de filosofía y es la co-creadora del Filocafé, encuentros bimensuales en los que se debate de manera realajada sobre historia, ideología y arte alrededor de la filosofía.
Recientemente, Aldana Cuello fue centro de atención debido a su despido sin causa como docente en la escuela Pio XII (de la cual salió Lautaro, el campeón al que ella preparó), hecho que generó repudio de organizaciones y alumnos. Como forma de apoyo, queremos, a continuación, presentar esta entrevista como una manera de mostrar a la Aldana Cuello detrás de la polémica: sus ideas y pensamientos sobre la mesa. |
¿Qué fue lo que descubriste con la filosofía a partir de tu formación?
Fui descubriendo todo un mundo que me planteaba espacios de libertad. Porque la filosofía es eso: se trata de desnaturalizar lo que se presenta como natural, lo que se manifiesta como dado. Pensar significa problematizar y siempre se problematiza en una época y en un contexto determinado con relaciones de poder dentro de ese contexto. Entonces con la filosofía yo pude empezar a pensarme a mí misma de formas diferentes a las que la sociedad y las instituciones en las que estuve me planteaban cómo debería ser. Y es que siempre es así: uno siempre piensa en relación a esta construcción histórica que hacemos y a los lugares que habitamos.
El feminismo también me ayudó a ver eso. Yo me considero Feminista, antiespecista, marxista…
¿Qué sería el antiespecismo?
El antiespecisimo es una posición ideológica, política y ética que tiene que ver con no discriminar por especies. Así como el feminismo consiste en… bueno, no hay un solo feminismo, pero digamos que todos básicamente reconocen que hay un sistema patriarcal que somete a la mujer a determinadas desigualdades y condiciones relacionadas al género, o bien toman cuerpos y los feminizan cuando estos buscan no serlo, como es el caso de otras subjetividades trans, por ejemplo. El especísimo en este sentido sería la discriminación y la desigualdad de especies solo por no ser humana.
La filosofía me dio la posibilidad de ver a otres y digo otres con “e” y me parece fundamental porque es una forma de darme cuenta que hay otras subjetividades que a veces, por los lugares que uno habita, lugares privilegiados –la universidad, la academia, es un lugar privilegiado al que no llegan muchos-, no permiten que uno pueda ver otras subjetividades que también existen. La filosofía me llevó a tener curiosidad por esos caminos que no suelen transitarse y de una manera voluntaria, sí, aunque no del todo consciente, me fui constituyendo en una subjetividad que puede considerarse una otredad para ciertas personas. Esto de ser feminista en La Rioja es todo un tema, tal vez no tanto como antes, pero aquí todavía siento que se tienen que dar explicaciones.
¿Dónde ves eso?
Yo veo eso en general… a ver, quiero aclarar: yo creo que la sociedad riojana ha cambiado y se ha transformado mucho, pero creo que ha sido gracias a la lucha de las mujeres en la calle, de los trabajadores en la calle; es la aparición de otredades que reclaman algo y que a veces parecen que están invisibilizados cuando uno se maneja en estos lugares de privilegio. Pero creo que todavía La Rioja tiene una matriz muy conservadora. Es la verdad, es lo que yo siento. Y que habría que pensar por qué, por qué todavía genera miedo hablar de temas como el aborto, el poder o instituciones como las religiosas o educativas. Todavía generan un a cierta inseguridad en aquellas personas que las plantean, a pesar de que cada día vamos ampliando más.
En los seminarios que doy siempre hablamos de la parresía; considero que la filosofía debe ser un hacer, pero es un hacer que debe ser parresiasta. No concibo otra forma de hacer filosofía que no sea asumiendo riesgo, que sea transformadora, que genere otras subjetividades, que cuestione e interpele a las relaciones de poder.
Se vio en una de las temáticas del seminario que das los sábados y la charla sobre Hipatia ¿Por qué pensás que es tan importante el arriesgarse por las ideas?
Es importante por lo que hablábamos del sujeto que cuestiona una relación de poder preestablecida en un contexto y una época determinada, al decir una verdad y asumir un riesgo. Por otro implica el coraje y la valentía de quien cuestiona y que va directo al interlocutor poderoso y generar otras formas de subjetividades que a veces quedan limitadas por esa relación de poder. Tiene que ver con aceptar estas subjetividades y construir una sociedad más justa, o en todo caso ampliar la definición de justicia.
¿Crees que ese peligro de arriesgarse está pasando en relación a movimientos muy grandes como el feminismo? Hoy estos movimientos parecen tener mucho más poder e influencia que nunca antes.
Creo que fueron modificándose las formas de persecución a las personas que plantean la posibilidad de cuestionar lo dado. Cuando definíamos a la filosofía como la posibilidad de naturalizar lo dado, siempre hacer eso tiene que ver con el poder porque “lo dado” es siempre una voluntad –en el sentido nietzscheano- de reproducir y sostener las relaciones de poder que ya existen y siempre generan una desigualdad porque son asimétricas. Entonces la idea es, tal vez, pensar en relaciones de poder que sean más simétricas. Creo que todavía existen diferentes formas de persecución. No es como antes porque se transformando el objeto con los movimientos sociales, y estos nuevos sujetes que se transforman y van tomando espacios de poder van generando otras formas de relación. Pero todavía existen otras formas de persecución y que son un mensaje terrible y de terror para cualquiera que vaya hacia ese lugar.
¿Cómo puede ayudar la filosofía en este aspecto?
Yo creo que la filosofía tuvo históricamente la producción de las verdades. Siempre que hablamos de filosofía, al menos en la academia, se habla de la historia del pensamiento humano. Al situar a la filosofía como la madre de todas las ciencias se cree que es también el origen de todo el pensamiento humano, que no es poca cosa. Primero tiene que ver con la producción de verdades: aquello que aparece o no aparece en oposición a una falsedad, pero también tiene que ver justamente con pensar qué es el pensamiento y quienes aparecen en esa historia del pensamiento: por ejemplo, las mujeres no aparecimos durante muchos años dentro de la historia del pensamiento porque esta fue escrita siempre pro subjetividades masculinas. Tampoco es casual que se conserven textos de ciertos pensadores griegos como Platón o Aristóteles, mientras que de otros como Epicuro, los presocráticos o los materialistas tengamos muy poco.
Es decir que no dejás de lado el accionar del filósofo, su ética, digamos…
Desde la parresía nosotros no dividimos la biografía del texto, la biografía de la obra del autor; porque el autor, en este caso el parresiasta que es también filósofo, es alguien que teoriza sobre lo que sucede en su propia vida y aquello sobre lo que teoriza lo transforma subjetivamente. Entonces no hay división en este sentido y desde ese lugar uno puede plantearse preguntas muy interesantes como por ejemplo: la obra “Ser y Tiempo” de (Martin) Heidegger, ¿es una obra nazi o no lo es? ¿Es una obra que sostuvo al régimen nazista o no?
¿Es válido para vos juzgar el valor de una obra por la vida de la persona que la escribió?
Yo creo que sí, totalmente. Esa división (de la obra con la vida del autor) siempre ha sostenido diferentes formas de desigualdad y relaciones de poder asimétricas, por no mencionar el haber justificado cosas tremendas. Y también tiene que ver con la legitimidad que se le da a esa obra, la palabra tiene legitimidad y esto lo estudia muy bien Foucault cuando sostiene que estos son problemas de la modernidad: pensar si la verdad puede ser poseída o no, porque en definitiva tiene que ver con eso, con la posesión de una verdad, como si eso pudiera ser independiente de mis transformaciones y mis acciones cuando en realidad “las verdades” y la producción de verdades (la academia y todas las instituciones educativas) producen siempre sujetos, porque uno se maneja, se comporta y se constituye a partir de lo verdadero. Por eso tiene que ver con el poder.
Ahora, volviendo a Heidegger ¿debe dejarse su obra de lado por sus convicciones personales? ¿”Ser y Tiempo” no debe ser considerada relevante?
Uno lee “Ser y Tiempo”, considerando el contexto en el que se escribió, y ve que no dice nada sobre el nazismo y dice cosas que la verdad son muy buenas, muy significativas para la filosofía y que llevan a pensar un montón de cosas. Yo no discuto eso y es importante dejarlo en claro: son obras que hay que leerlas y sí se las tiene que conservar en las historia, pero no pueden ser conservadas de manera acrítica, independientes de su contexto histórico. Las formas de neutralidad también responde a una ideología: no hablar de lo que está pasando ¿sobre qué vamos a pensar y sobre qué vamos a escribir si no es de lo que nos interpela en la vida?
Esto es una discusión que hace poco también trasladamos a Woody Allen. Sus películas parecen fantásticas y algunas están muy buenas, cuando las veo me rio un montón y reconozco que muchas de las elecciones que toma en sus películas son muy inteligentes y creativas. Pero ¿En qué momento, cuando uno se entera del abuso que cometió con su hija, empieza a cuestionar la integridad del autor de esas películas? ¿Legitiman la cultura de la violación? ¿Cómo deberíamos abordar la obra de Woody Allen ahora? Son solo preguntas, pero que deben hacerse.
Son héroes caídos, evidentemente es doloroso para el que alguna vez los admiró ¿Qué te pasa cuando vez de nuevo películas de Woody Allen?
No las puedo disfrutar. Y está bien que no las pueda disfrutar porque en muchas de sus películas, cada vez que aparece una menor de edad junto a un personaje masculino mucho mayor que ella, yo veo a un abusador. Me parece que también está bueno eso.
Te quiero preguntar por el feminismo, que vos me dijiste que es una de las ideologías que te marcan. ¿Crees que va a haber una reacción del patriarcado frente al poder que están acumulando las mujeres organizadas?
El 8M se me erizó la piel porque un fue un paro internacional de mujeres en todo el mundo, más de 175 países. Hay una realidad que nadie puede evadir ni trivializarla. Ante esto yo sé que hay grupos reaccionarios de poder masculino que hacen todo lo posible por mantenerse ahí, tratando de congraciarse con el movimiento.
Pero no se debe hacer una caza de brujas. Caza de brujas hacen los varones. Nos han cazado a nosotras. Creo que lo que le está pasando a los varones es el biopoder, esto de empezar a cuestionarse y vigilar lo que hacen. La gran cantidad de casos de abuso (que están siendo denunciados) ponen a los varones en una situación en que debe cuestionarse si han abusado alguna vez de una mujer; y no solo los casos de abusos evidentes en los que hay violencia física, sino también aquellos más sutiles, donde no hay resistencia pero tampoco consentimiento, por ejemplo manipulación u otras cuestiones. Es lo que dice Silvia Federici: “todas las mujeres somos prostitutas y todas somos empleadas domésticas”, por eso molesta mucho una mujer en tetas, gorda, peluda, lesbiana y manifestándose, pero no tanto una mujer semi desnuda en Tinelli. Lo que molesta es a donde va orientado el placer.
Virgine Despentes habla en Teoría King Kong sobre este mecanismo de defensa de la mujer que se vuelve sumisa, o se vuelve lo que los hombres consideran “fácil” o “puta” para mostrarse como inofensivas frente a hombres con poder…
Muchas trabajadoras sexuales que disponen su cuerpo para el placer masculino, aseguran recibir mucho placer de dar placer. Pero ojo, y voy a decir algo que puede ser muy cuestionable: las mujeres estamos en muchas formas programadas para sentir placer por darlo, más que por recibirlo. Toda la producción pornográfica, incluso la que asegura ser femenina, está destinada para el placer masculino. No sabemos qué es el placer femenino porque este nunca estuvo en primer lugar, entonces recién ahora estamos empezando a descubrirlo.
Vos me preguntabas cual era la reacción de los varones y yo estoy viendo una muy significativa por la cual los hombres están descubriendo nuevas formas de masculinidad: hombres que se interpelan a sí mismos y sus privilegios, que deciden que le gusta cocinar, quedarse a cuidar a los hijos, abrazarse con amigo y llorar. Todo eso es muy bueno porque en la sociedad patriarcal esas manifestaciones suelen feminizarse para oprimirlas.