El 19 de septiembre los fotógrafos riojanos festejan su día. Ya se que lo sepan o no, hoy se levanta una copa en conmemoración de Ramón el Negro Ávila, un hombre que adoptó esta tierra y tocó la vida de muchísimas personas.
Ramón Argentino Ávila nació en Pie de Palo (San Juan) en 1953 y llegó a la Rioja en el ´56 al fallecer su padre. Comenzó a trabajar en el ´77 como reportero gráfico en el diario El Independiente, labor que cumplió hasta su fallecimiento y donde llegó a ser Jefe de la Sección Fotografía. Paralelamente formó parte del equipo de prensa de la Casa de Gobierno como también del Municipio Capital.
Dentro de su ámbito fue cosechando amigos y colegas y sus fotografías participaron en muchas publicaciones, concursos y exposiciones que le valieron un gran reconocimiento. Cuando falleció en La Rioja el 19 de septiembre de 1996, toda esa gente a la que supo iluminar bregó para que ese día se instituyera como día provincial del fotógrafo, esfuerzo que se vio concretado en 2008 por ley 8.378.
Quienes lo conocieron dijeron que Avila hablaba en sus fotos de la aridez de la piedra como paisaje, de la escasez del agua que es vida, de la calidez y las luchas de la gente humilde. Caras bruñidas por el trabajo diario muestran al hombre y su existencia simple escondida en la parquedad del tiempo sin tiempo. Con resignación pero orgullosos en la dignidad de su pobreza, esos hombre ricos en vivencias, abrieron su corazón y sus ranchos al Negro Ávila. Él siempre pudo conectarse, acercarse a la simplicidad de lo verdadero, porque no era más que uno de ellos, hecho a fuerza de trabajo, de sacrificio y del orgullo de saberse integrado a la fuerza de la tierra.
Fue un trabajador, un soñador, un luchador, un amigo, un profesional con mucha prepotencia de trabajo y con una búsqueda permanente de la igualdad social, este, siempre trataba de hacer uso de su trabajo para reflejar esa necesidad de la igualdad y la denuncia parmanente desde el sector más necesitado. Una de sus grandes cualidades fue siempre estar bien informado y con la cámara lista para congelar el momento que se desarrollaba delante de él y convertirla en noticia el día posterior. Inquieto porque su ímpetu era canalizado por la gráfica, y estaba rodeado con amigos que lo ayudaban en sus inquietudes que no podía desarrollarla totalmente por la simple razón de falta de tiempo.